Cortázar se encuentra en la memoria de gran
parte de la humanidad por su novela Rayuela, en algunos tal vez sólo por ella. Pero
el mundo cortazariano es mucho más que Rayuela, sus cuentos son una suerte de
fascinantes relatos, algunos ambientados entre la realidad y la magia; otros
nos introducen en una especie de profundidad psicológica, nos confrontan, nos
retan.
Este es el caso de “El Perseguidor”, cuento
escrito hacia finales de 1955 e incluido en la colección "Las Armas Secretas", que gira alrededor de la vida de un saxofonista,
un jazzman, Johnny Carter, narrada por su amigo y
biógrafo Bruno, narrador-personaje que cuenta de primera mano, con una voz en
presente, los sucesos vividos en el pasado con Johnny en París, poco tiempo
después de terminar el libro sobre la vida del músico.
El relato puede ser la historia de tantos
músicos, genios de su arte, “caídos” insalvablemente en el mundo del licor y
las drogas, ahogados en sus fantasmas, sus delirios, sus miedos y porque no, en
sus sueños.
Pero a través del pequeño trozo de vida de
Carter, en el que el lector participa casi vívidamente, de la mano y la voz de
Bruno, el amigo crítico de música que cree haber encontrado la esencia del artista,
se logra penetrar en un mundo verdaderamente paralelo, el mundo de un aparente
incapaz, perdido en el delirio, pero que en realidad se cuestiona y cuestiona
la vida de manera más profunda, buscando trascender la simplicidad de los
espejismos materiales, “las trampas” como el mismo Carter los llama.
Este mundo subterráneo, el mundo de un músico
que se siente y quiere estar realmente fuera del mundo, no solo cuestiona la
realidad de nuestra propia existencia, de nuestros propios motivadores humanos,
sino también, a través de Bruno, terminamos cuestionando la transparencia de la
amistad, ¿dónde empieza el interés por el amigo y dónde termina el interés
propio?
¿Hasta dónde el crítico se preocupa
verdaderamente por la vida y la suerte del amigo músico o hasta dónde este
amigo es solamente el personaje que da vida y éxito a su libro recién editado?
“…Una
cólera que no va contra Johnny ni contra las cosas que le ocurren; más bien
contra mí y la gente que lo rodea, la marquesa y Marcel, por ejemplo. En el
fondo somos una banda de egoístas, so pretexto de cuidar a Johnny lo que
hacemos es salvar nuestra idea de él, prepararnos a los nuevos placeres que va
a darnos Johnny, sacarle brillo a la estatua que hemos erigido entre todos y
defenderla cueste lo que cueste. El fracaso de Johnny, sería malo para mi libro
(de un momento a otro saldrá la traducción al inglés y al italiano), y
probablemente de cosas así está hecha una parte de mi cuidado por Johnny. Art y
Marcel lo necesitan para ganarse el pan…”
El perseguidor finalmente es aquel personaje,
aquel que la gente cree perdido, al que le tienen lástima, pero Bruno se da
cuenta que “Johnny no es la víctima, no
es un perseguido como lo cree todo el mundo, como yo mismo lo he dado a
entender en mi biografía…Ahora sé que no es así, que Johnny persigue en vez de
ser perseguido, que todo lo que está ocurriendo en la vida son azares del
cazador y no del animal acosado” , porque el perseguidor en su mundo es
libre, persigue, busca, no es buscado, tal vez su único terror radique en no
encontrar o en no saber qué es aquello que persigue. Pero quienes están a su
alrededor son los perseguidos, por lo que se espera de ellos, por lo que ellos
mismos esperan de sí mismos, por los cánones, las reglas, lo correctamente aceptado.
Es un libro de carácter psicológico. Cortázar
toma como base la vida del saxofonista norteamericano Charlie Parker. “La idea
de recurrir al músico de jazz para su relato le vino por la devoción que el
escritor sentía desde sus años juveniles por Parker y, muy en particular, por
el entusiasmo que se le despertó tras leer una biografía suya, en la que vio
como en él, se ajustaban algunas de las
peripecias y muchos de los aspectos que le interesaba reflejar en el cuento”[1]
Es un cuento ambientado en el París de los
años 50, con un lenguaje agradable, sencillo, con toques sutiles de humor y muy
bien trabajado como siempre fueron los cuentos de Cortázar, un preámbulo para
quienes se dispongan a leer Rayuela, pero también muy interesante para quienes disfrutaron
la famosa novela del argentino.
Cortázar logra con “El Perseguidor”
confrontarnos y sembrar la duda: tal vez el incomprendido, el loco, el perdido,
simplemente son seres que buscan, que persiguen; cuya sensibilidad está más
cerca de la verdad que la misma razón de quienes nos creemos cuerdos o
normales.