ARGENTINA
LEILA GUERRIERO - UNA HISTORIA SENCILLA
“Esa noche de viernes, Rodolfo González Alcántara llegó hasta el centro del escenario como un viento malo o como un puma, como un ciervo o como un ladrón de almas y se quedó plantado allí por dos o tres compases, con el ceño fruncido y mirando alguna cosa que nadie podía ver. El primer movimiento de las piernas hizo que el cribo se agitara como una criatura blanda mecida bajo el agua. Después, durante cuatro minutos cincuenta y dos segundos, hizo crujir la noche bajo su puño.
Él era campo, era la tierra seca, era el horizonte tenso de la pampa, era el olor de los caballos, era el sonido del cielo del verano, era el zumbido de la soledad, era la furia, era la enfermedad y era la guerra, era lo contrario de la paz. Era el cuchillo y era el tajo. Era el caníbal. Era una condena. Al terminar golpeó la madera con la fuerza de un monstruo y se quedó allí, mirando a través de las capas del aire hojaldrado de la noche, cubierto de estrellas, todo fulgor. Y, sonriendo de costado –como un príncipe, como un rufián o como un diablo–, se tocó el ala del sombrero. Y se fue.”
Él era campo, era la tierra seca, era el horizonte tenso de la pampa, era el olor de los caballos, era el sonido del cielo del verano, era el zumbido de la soledad, era la furia, era la enfermedad y era la guerra, era lo contrario de la paz. Era el cuchillo y era el tajo. Era el caníbal. Era una condena. Al terminar golpeó la madera con la fuerza de un monstruo y se quedó allí, mirando a través de las capas del aire hojaldrado de la noche, cubierto de estrellas, todo fulgor. Y, sonriendo de costado –como un príncipe, como un rufián o como un diablo–, se tocó el ala del sombrero. Y se fue.”
Una Historia Sencilla - Leila Guerriero
Lo de Leila Guerriero es la realidad, es el universo basto y real que la rodea, son los mundos en los que nos movemos cada día y que pasan desapercibidos a la mirada común, es su olfato periodístico unido a la técnica y al arte literario.
Leer sus crónicas es como estar allí, presenciar lo que nos está narrando, porque no se limita al recuento sucesivo de hechos, sino que combina la habilidad para desarrollar claros perfiles de los personajes, con la fluidez para narrar historias a través de imágenes y sensaciones bien escritas.
En esta pequeña crónica nos transporta a un pueblo de la pampa argentina, Laborde, que podría ser tan solo un pueblo perdido de ese basto territorio, sino fuera por el particular y emotivo concurso que se celebra cada año desde 1966: el Festival Nacional de Malambo.
Leila supo de este concurso por casualidad, pero se adentró no solo en el universo mismo del concurso sino que indagó y siguió la vida de uno de sus participantes, Rodolfo González Alcántara, durante todo un año.
En esta crónica Guerriero, nos lleva a conocer y a sentir el malambo, un baile folklórico argéntino, exclusivo de hombres, que con su vestimenta, ritmo, fuerza, altivez y zapateo rítmico y descomunal, hacen honor a las características que distinguían o se cree que distinguían a los gauchos de antaño.
Pero no es solo la historia del malambo, o de Laborde, es la historia de un hombre común, una historia sencilla como se titula este pequeño libro, lo que la hace aún más difícil de narrar como lo indica la misma autora, pues estamos enseñados a las historias de grandes personajes o por contraste, a historias trágicas y extremas, pero es allí donde la pluma periodística y literaria de Guerriero, ha logrado un resultado perfecto.
Leer sus crónicas es como estar allí, presenciar lo que nos está narrando, porque no se limita al recuento sucesivo de hechos, sino que combina la habilidad para desarrollar claros perfiles de los personajes, con la fluidez para narrar historias a través de imágenes y sensaciones bien escritas.
En esta pequeña crónica nos transporta a un pueblo de la pampa argentina, Laborde, que podría ser tan solo un pueblo perdido de ese basto territorio, sino fuera por el particular y emotivo concurso que se celebra cada año desde 1966: el Festival Nacional de Malambo.
Leila supo de este concurso por casualidad, pero se adentró no solo en el universo mismo del concurso sino que indagó y siguió la vida de uno de sus participantes, Rodolfo González Alcántara, durante todo un año.
En esta crónica Guerriero, nos lleva a conocer y a sentir el malambo, un baile folklórico argéntino, exclusivo de hombres, que con su vestimenta, ritmo, fuerza, altivez y zapateo rítmico y descomunal, hacen honor a las características que distinguían o se cree que distinguían a los gauchos de antaño.
Pero no es solo la historia del malambo, o de Laborde, es la historia de un hombre común, una historia sencilla como se titula este pequeño libro, lo que la hace aún más difícil de narrar como lo indica la misma autora, pues estamos enseñados a las historias de grandes personajes o por contraste, a historias trágicas y extremas, pero es allí donde la pluma periodística y literaria de Guerriero, ha logrado un resultado perfecto.
tomada de: losinrocks.com |
Leila Guerriero (Junín, Argentina, 1967). Periodista y escritora argentina, es considerada una de las mejores cronistas de América latina. Ha trabajado para diversos medios periodísticos de Argentina, Colombia, México, España, Alemania y Chile entre otros.
Ha sido escritora y editora de la revista Gatopartdo, directora de la colección Mirada Crónica de Tusquets en Argentina y ha publicado libros de crónicas como Los suicidas del fin del mundo (2005) y Frutos extraños (2009), así como perfiles de personajes de la vida cultural y artística, como los recopilados en su libro Plano Américano (2013).
Reside desde 1984 en Buenos Aires y ha sido galardonada con los premios Fundación Nuevo Periodismo (2010) y Konex (2014).