Farallones de Cali

Farallones de Cali

martes, 18 de agosto de 2015

Lugares: Piangüita

A solo 115Km de Cali y por una carretera que va mejorando a raíz de las obras de infraestructura que aún se realizan, llegamos a Buenaventura, el principal puerto de Colombia sobre el Océano Pacífico, un lugar de gran movimiento comercial, donde se maneja la mayor parte de la carga que entra o sale del país. (Pero lastimosamente descuidado en otros aspectos).

Parte del territorio de Buenaventura es continental y otra parte se encuentra en una isla, conectados ambos  por un puente vehicular. Allí llegamos al muelle turístico hace unos meses. Dejamos el auto en el parqueadero vigilado, que no es muy costoso y se pueden dejar los vehículos por varios días, para luego embarcarse en las lanchas que van a los diferentes pueblos costeros donde solo se accede por el mar.

Vista de Buenaventura

El aire costero es “espeso”, salino, pegajoso, caliente, pero estas características van encendiendo en los que somos del interior el deseo de descanso, de cambio de rutina y nos contagia de la alegría, el sabor y el espíritu rumbero de los habitantes del pacífico, en su mayoría afro descendientes.

Quien vaya a Buenaventura o a sus pueblos aledaños, no puede dejar de saborear un buen plato típico. El viudo de pescado, la cazuela de mariscos, el sudado de piangua, las chancacas, las cocadas, el borojó, el chontaduro y el arrechón, son algunas de las delicias culinarias de la región.

Partimos entonces en lancha y luego de 30 minutos aproximadamente, arribamos a Piangüita, un pequeño asentamiento a orillas del mar, que vive principalmente de la pesca y el turismo.



El hospedaje es en cabañas o pequeños hostales, no hay grandes hoteles ni nada similar, todo es muy sencillo, autóctono, nada de lujos.

La playa es pequeña y solo utilizable una parte del día (en la mañana y hasta entrada la tarde-noche) pues al subir la marea, desaparece la playa. Un fenómeno natural que no en todas las playas es tan fácil de apreciar como allí. Es así como el sitio en donde estabas tomando el sol, media hora después de llegada la marea, le empieza a pertenecer totalmente al mar.

Va subiendo la marea (el límite son los troncos)

Ya ha desaparecido la playa

También lo que hayas olvidado o arrojado al agua, una botella con mensajes, una piedra, una concha que encontraste, o la basura que lastimosamente también arrojan algunos, se los lleva el mar. Pero a la mañana siguiente, ese mismo mar los devuelve (gracias a esto, mi hija recuperó el zapato que se le había caído), y es por este fenómeno también, que todo lo que los irresponsables turistas y lo que algunos insensibles moradores del lugar arrojan al mar como si fuera un botadero, termina a orillas de la playa cada mañana y si no se toman las medidas necesarias, llegará el día en que se pierda el atractivo natural de las mismas y el abandono y la inconsciencia tomen su lugar.

Piangüita está rodeado por bosques tropicales desde donde según nos informaron se puede acceder a otros pueblos vecinos y hay senderismo, pero por diversas razones, sobre todo de tiempo,  no pudimos explorarlos.


La arena es oscura, relajante, suave, más suave que la de las playas del Atlántico, como si sus gránulos fueran mucho más pequeños y se deslizaran más fácilmente por las manos, por el cuerpo. El agua también es menos salada que la del Atlántico, o por lo menos eso fue lo que percibieron nuestros sentidos (no he hecho ninguna investigación al respecto).

Sentarse a la luz de la luna, a orillas del Pacífico, escucharlo, apreciarlo y sentirlo, es una experiencia muy especial.

Vale la pena conocer nuestro Pacífico Colombiano, pero sobre todo vale la pena que fijemos nuestros ojos en él buscando su conservación, para mejorar su limpieza, para generar proyectos turísticos socialmente responsables y sobre todo ecológicamente responsables. 




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