Con base simplemente en
mis conceptos, mis apreciaciones y mi propia experiencia me atrevo a escribir
sobre el tema de la educación en Colombia, tema muy “de moda” ahora, debido al
último lugar que ocupamos en las pruebas Pisa. Mediocre lugar que se ha tratado
de reivindicar argumentando palabras más palabras menos, que no es tan malo
porque somos el último entre los mejores. Tengo mis dudas.
Cuando leemos la primera
función que tiene el Ministerio de Educación Nacional: “Formular la política
nacional de educación, regular y establecer los criterios y parámetros técnicos
cualitativos que contribuyan al mejoramiento del acceso, calidad y equidad de
la educación, en la atención integral a la primera infancia y en todos sus
niveles y modalidades”, pienso: ¿es que acaso existe una política nacional de
educación?, pues si existe no la conocen ni los rectores, ni los profesores, ni
los alumnos ni los ciudadanos de este país, o lo que es peor, si existe, parece
no servir.
Por el lado de los
parámetros técnicos cualitativos que contribuyan al mejoramiento del acceso,
calidad y equidad de la educación, tampoco vislumbro un buen trabajo. Cierto es
que el acceso a la educación sí ha mejorado, haberla hecho gratuita, a nivel de
la educación pública por supuesto, ha permitido que muchas personas de bajos
recursos puedan estudiar, pero ¿donde dejamos el alto índice de deserción
escolar? No solo es que puedan acceder, es también crear mecanismos para que
los alumnos puedan mantenerse, para que puedan culminar completamente sus
estudios, es garantizar el buen ambiente físico y emocional donde los niños
puedan desarrollarse de manera integral.
¿Será que las escuelas
que se caen a pedazos y los salones improvisados en una ramada, han tenido
alguna evaluación dentro de los “parámetros técnicos”?
¿Será que la promoción
automática de estudiantes con bajo rendimiento también está dentro de los
parámetros técnicos que contribuyen a la calidad? O ¿simplemente esto
contribuye a contrarrestar el hecho de no cobrar la educación?, pues entre más
rápido salgan los estudiantes menos le van a costar al presupuesto nacional.
¿Será que existen
parámetros técnicos para medir cualitativamente no solo el aprendizaje
académico si no también el desarrollo integral de los estudiantes como
individuos que se entregarán a una sociedad y forjarán su futuro?
Dentro de las funciones
del ministerio también está la de “Evaluar, en forma permanente, la prestación
del servicio educativo y divulgar sus resultados para mantener informada a la
comunidad sobre la calidad de la educación”.
Evaluar si, está bien,
pero sin planes concretos de mejoramiento la evaluación no pasa de ser una
estadística más.
La evaluación no debe
ser únicamente basada en las evaluaciones académicas de los estudiantes, debe
estar basada también en las evaluaciones de las competencias técnicas y humanas
de los profesores.
La labor del profesor,
del maestro, es tan importante, que quien la ejerza debe no solo tener una
excelente formación académica si no también una excelente evaluación de sus
habilidades, competencias y valores como ser humano, responsabilidad, entrega,
servicio y sobre todo un deseo continuo de seguir aprendiendo, solo así se
garantiza la calidad con la que se trasmitirán los conocimientos y sobre todo
el ejemplo que entregará a sus alumnos.
¿Donde están los
maestros licenciados en diferentes áreas del conocimiento, con postgrados en el
exterior, con actualizaciones continuas en nuevas metodologías pedagógicas,
tecnológicas y en habilidades de comunicación y liderazgo y por su puesto
valorados cómo profesionales y bien remunerados?
Le hemos dejado la
responsabilidad de formar las futuras generaciones a educadores por accidente, personas no
comprometidas, con escaso o poco interés académico y cultural, educadores que
no leen, que no preparan sus clases, sin actitud de servicio y hasta perezosos,
y en el mejor de los casos a muy buenos seres humanos, que aman su profesión
pero no tienen ni los recursos económicos ni pedagógicos para realizar
correctamente su trabajo, son poco valorados y mal pagos y ni siquiera tienen
apoyo para seguir formándose.
Tampoco hay que olvidar
la baja calidad de los textos escolares en los que se basan los profesores como
única herramienta de apoyo académico, textos que han mejorado en calidad visual
pero no en calidad de contenido y adicionalmente tienen un alto costo.
Algo que escribió Julio
César Londoño hace unos días en su artículo del diario El País es cierto, las
apreciaciones son subjetivas, en el sentido de que quien le es posible tener
sus hijos en un buen colegio privado puede decir que la educación va por buen
camino, pero quién los tiene en el colegio público que “tocó”” puede decir todo
lo contrario, sin embargo en mi caso, aunque afortunadamente y hasta el
momento, mis hijas han tenido una buena educación en su colegio, una educación
integral y sobre todo con disciplina y exigencia, dos palabras que hemos
confundido y tergiversado, creo que la educación no va por buen camino.
En pro de los derechos
del niño, las legislaciones han manifestado que se debe procurar el libre
desarrollo de la personalidad, se han eliminado los castigos físicos y
emocionales que en épocas pasadas se infligían a los estudiantes, algo con lo
que estoy completamente de acuerdo, pero las cosas se han ido al otro extremo,
se ha olvidado que la disciplina y los límites también forjan la personalidad
del individuo, que los niños necesitan de ellos para sentirse valorados,
incluidos, aceptados y amados, aunque sus actitudes rebeldes puedan demostrar
lo contrario.
Ninguno de nosotros se
puso contento cuando fuimos corregidos por nuestros padres o maestros, pero hoy
en día en perspectiva, nos damos cuenta que de esas situaciones aprendimos
muchísimo, porque una corrección bien hecha debe construir y no destruir y por
el contrario una libertad mal manejada no hace individuos felices, si no
individuos inseguros e insatisfechos.
Para terminar, considero
que tampoco debemos olvidar que la primera y la más importante educación
empieza en casa, una educación que debe estar basada en el respeto, los valores
y la disciplina pero sobre todo en el amor, pues esta educación es el pilar
fundamental para forjar niños sanos, física, mental y espiritualmente.
Lastimosamente las
carencias económicas también han hecho que muchos niños crezcan solos, sin un
norte familiar, llegan a las escuelas cargando a sus espaldas conflictos
familiares y carencias de todo tipo, que van desde la falta de alimento hasta
la falta de amor.
Contrarrestar estas
situaciones es otro reto, tal vez el más importante, que debe tener una
política educativa y un plan de desarrollo bien realizado, pues de lo contrario
las marcadas brechas sociales, económicas y culturales no tenderán a cerrarse jamás.
A todas luces no soy
ninguna experta en el tema de la educación, soy simplemente una mujer miembro
de esta sociedad, que he sido y sigo siendo estudiante, que soy madre de dos
estudiantes y que adicionalmente en ambientes laborales y no formales he sido
profesora y estoy convencida que una buena educación, una educación integral,
apropiada, práctica, dinámica y bien planeada es la base para el futuro de
cualquier país.
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