Farallones de Cali

Farallones de Cali

lunes, 12 de junio de 2017

La vuelta al mundo con ochenta mujeres escritoras - 14

CHILE

LINA MERUANE - SANGRE EN EL OJO





“Raquel me llamaba al orden. ¿Qué había hecho con la novela inconclusa?, preguntó mi generala. Debía estar arrumbada con todas mis notas en alguna caja de la mudanza. Mientras ella esperaba, mi cabeza iba buscando la caja exacta en la que había depositado el manuscrito inconcluso, caja que mis manos habían sellado como un ataúd. El libro había quedado a medias y no tenía para cuándo completarse. Raquel me acometía, en qué punto me había quedado, cuánto me faltaba para terminarlo, y yo no lo recordaba. Mi memoria era otro apagón. No es posible que no lo recuerdes, dijo, y yo no dije nada. Es necesario no renunciar, insistió, y yo, no es renuncia sino intermitencia, imposibilidad temporal. ¿Te olvidaste también de ti misma? martilló Raquel intentando activar mi memoria o mi deseo de recordar. No la página sino la identidad que la sangre había asfixiado. Tú solo puedes ser tú en la proximidad de la palabra escrita, repitió Raquel como si hiciera falta, pero también yo repetí, por darle la contraria, porque esa era una batalla y necesitaba ganar alguna: quizá ya no sería mas Lina, quizá estuviera retrocediendo al abismo, quizá tendría que volver a empezar
Sangre en el ojo - Lina Meruane

Una novela cruda, dolorosa, un viaje desgarrador a los profundos sentimientos que genera la enfermedad, el saberse limitado, la oscuridad, la frustración, pero sobre todo la angustia de la incertidumbre.

Un relato de ficción, narrado en primera persona, en un personaje que es la misma Lina, la chilena, la autora, la que vive en Nueva York, soportando los síntomas y las secuelas de una enfermedad incurable.

La narración de un encuentro propio, de una sinceridad vital, íntima, de una aversión a la lástima y a la compasión. Un saberse al borde del abismo, donde caer significa morir o no volver a ser el mismo, de apagar sus sueños y llevarse de paso los de quienes se tienen más cerca.

Un lenguaje muy bien trabajado, potente, de unas descripciones tan crudas, tan reales, que por momentos se siente que es imposible terminar un párrafo sin estar en el cuerpo de la protagonista, sin vivir sus dolores y angustias, sin sentirse un poco ciego, un poco acorralado.

No se puede concluir esta novela sin haber pasado por momentos de soledad, de sentir algo cercano al dolor físico, a la angustia de estar ciego, de saber que en la enfermedad se está solo por más que se esté rodeado de gente, que lo incondicional puede ser relativo, que el amor puede ser relativo.  

Sangre en el ojo
Autora: Lina Meruane
Editorial: Caballo de Troya
Formato: tapa blanda
Páginas: 190

tomada de: descontexto.blogspot.com


Lina Meruane (Santiago, Chile, 1970). Escritora, Doctora en letras hispanoamericanas de la Universidad de Nueva York. 
Se inició como cuentista y periodista cultural y actualmente es profesora de literatura en Nueva York, ciudad donde reside. 
Ha sido galardonada con los premios Ana Seghers en 2011, Sor Juana Inés de la Cruz en 2012, Instituto de Cultura Chileno-Árabe y Premio Cálamo Otra Mirada en 2015.
Sus obras han sido traducidas a diversos idiomas y entre ellas se encuentran: Fruta Prohibida, Póstuma, Cercada, Las infantas y Volverse Palestina.

sábado, 4 de marzo de 2017

Libros: ¡Que viva la música! - Andrés Caicedo


“…yo me he puesto un nombre:
SIEMPREVIVA

Propicio para que de andarse de mucha confianza con la noche no sea que lo arrojen a uno, el cochero que viene y para, el cochero negro de la silla colorá. Yo seguiré de frente, porque la rumba no es como ayer, nadie la puede igualar, sabor, la rumba no es como ayer, nadie la puede controlar. Tú enrúmbate y después derrúmbate. Echale de todo a la olla que producirá la salsa de tu consufión. Ahora me voy, dejando un reguero de tinta sobre este manuscrito. Hay fuego en el 23”
¡Que viva la música! - Andrés Caicedo


El año pasado en la librería San Librario de Bogotá encontré este tesoro, un ejemplar de la primera edición de “¡Que viva la música!”:

Dos años antes había encontrado este otro ejemplar en francés en una pequeña librería de libros usados, en Quito:


La primera vez que leí “¡Que viva la música!” fue hace muchos años, con un libro prestado, no era mi primer acercamiento a la obra de Andrés Caicedo, pero sentí que era encontrarlo en muchos apartes de esa novela final, de ese “manifiesto”, de ese legado. Un libro escrito en la voz de una mujer, en primera persona María del Carmen Huerta narra su vida, sus angustias y sus alegrías, enmarcado en un deleite musical y una Cali de los años 70.


Un día como hoy, 4 de marzo, hace 40 años, en esta misma ciudad desde donde hoy escribo, Andrés recibió el primer ejemplar de su novela, publicada por el Instituto Colombiano de Cultura, un ejemplar igual al que hoy tengo en mis manos, y ese mismo día decidió partir, hace realidad su decisión, o tal vez su necesidad, de vencer a la muerte poniéndole él mismo la fecha.

Pero como el nombre que en el libro quiso ponerse María del Carmen: SIEMPREVIVA, así recordaremos a Andrés, SIEMPREVIVO, en sus obras, en la música que escuchó, comentó y nos dio a conocer, en las películas que vio, que criticó y en las que también llegó a hacer, en los angelitos empantanados que recorren aún esta ciudad, en esta “Cali-Calabozo” como la llamaba, que vivimos y sentimos los que aquí nacimos, los que se van pero nunca lo harán del todo, los que siempre volverán; seguirá vivo en la Calle de la Escopeta, en la Avenida Sexta, en el Oasis, en el lugar donde el Teatro San Fernando albergó su cineclub (hoy su edificio es una de tantas iglesias que proliferan por la ciudad), en lo que fuera el restaurante Los Mellizos, en Pance, en Jamundí, en toda una ciudad que era la mitad de grande de lo que es ahora, donde el Sur empezaba donde ahora es el centro, una ciudad que olvida su pasado, que desconoce su pasado. Andrés seguirá vivo sobre todo en quienes lo recuerdan y mantienen su legado, en su familia, en sus amigos del Caliwood y seguirá vivo en todos aquellos a los que ha tocado con sus escritos, no solo en Cali sino en toda Colombia y muchas partes del mundo.

Gracias Andrés!


Hoy se lanzó el primer concurso de cuento Andrés Caicedo, para jóvenes entre 15 y 25 años en la Cinemateca de la Tertulia, con un sentido homenaje a este escritor caleño, donde asistieron sus hermanas, Rosario, Victoria y Pilar, varios amigos y un gran público que llenó la cinemateca para escuchar su cuento “La Maternidad”, leído por su amigo Jaime Acosta. También la última parte de ¡Que viva la música!, a la cual llamaba su manifiesto, en la voz de su hermana Rosario, y la carta que escribió a la directora de la Tertulia cuando se creó la cinemateca en marzo de 1973, encontrada por casualidad entre un libro. Posteriormente se proyectó la película Los Olvidados, de Luis Buñuel, la misma que Andrés programó para el 5 de marzo de 1977 en el Cine-club.










lunes, 27 de febrero de 2017

La vuelta al mundo con ochenta mujeres escritoras - 13

CHILE

MARCELA SERRANO - NOSOTRAS QUE NOS QUEREMOS TANTO





“Sara y yo estábamos llenas de energía y el sur y su naturaleza nos dieron la oportunidad de traspasársela. Fue esa vida diaria compartida la que nos lo permitió. Fue el pan caliente saliendo temprano del horno a leña cada mañana. Fue el vino, color de las ciruelas, inyectándonos aquello que no corre por las venas de los avaros, como diría la Woolf, que durante años se han privado de vino y de calor. Sí, fue el vino y el calor que nos templaron. Fue el roble rosado de esa mesa que nos reunió en su entorno tres veces al día, ofreciéndonos el alimento. Fue la Cuarta Sinfonía de Brahms que nos despertó tantas mañanas. Fueron las nostalgias cuando el brasero relucía con el carbón al lado de las patas de león mientras esperábamos el turno de la tina. Fueron los espejos grandes de los armarios cuando posábamos de a una, de a dos, asegurándonos que los treinta habían quedado atrás. Fueron los sueños en las sábanas de guinda y oliva con un poco de raso. Fueron las tardes en la cocina en que viendo llover, agradecimos la amistad...
Nosotras que nos queremos tanto - Marcela Serrano

Una novela sobre la amistad, concretamente sobre la amistad entre mujeres, esa que está salpicada de momentos tanto felices como dolorosos, desenfadados e íntimos, libres y reservados. Una amistad que se teje con los años y donde se van conociendo a otros seres casi como a una familia, con la complejidad que involucran todos los seres humanos, con el sentido de responsabilidad que da sentirse en familia, pero con la libertad de opinar sabiéndose fuera de ella.

Cuatro mujeres maduras, cada una con su historia a cuestas, se citan en una casa de vacaciones al sur de Chile y allí en medio de la paz del lugar, de la camaradería de tantos años de amistad, sacan a flote sus inseguridades, sus tristezas y alegrías, sus verdades. sus experiencias, su historia de vida.

Cuatro mujeres diferentes, más de cuatro mundos diferentes ( se tocan las historias de otras mujeres relacionadas con las protagonistas), condicionados por sus personalidades, sus antepasados, su educación, su forma de vida y también por el entorno de un país en dictadura que regresa a una época de democracia. Una crítica a los estereotipos tratada desde la perspectiva de los mismos estereotipos.

Una historia por momentos densa, pero con un lenguaje sencillo, claro, ligero, fácil de leer, sin adornos,. Da la impresión que Marcela Serrano quiso llegar a todo tipo de lectores, sobre todo lectoras, porque este libro trata básicamente de mujeres y parece escrito para mujeres. 


Nosotras que nos queremos tanto
Autora: Marcela Serrano
Editorial: Punto de Lectura
Formato: tapa blanda
Páginas: 319

tomada de: zendalibros.com


Marcela Serrano (Santiago, Chile, 1951). Licenciada en Bellas Artes de la Universidad Católica de Chile, trabajó varios años en artes visuales. Escritora. Publicó su primera novela "Nosotras que nos queremos tanto" a los cuarenta años.
Ha sido premiada con el Sor Juana Inés de la Cruz y el Premio Municipal de Literatura de Santiago en 1994 y fué finalista del Premio Planeta en 2001.
Entres sus obras se encuentran: El Albergue de las mujeres tristes, Nuestra señora de la soledad, Diez Mujeres, Hasta siempre, mujercitas; y Antigua vida mía, llevada al cine por el director argentino Héctor Olivera.

martes, 3 de enero de 2017

Libros: Primero estaba el mar - Tomás González


"Olores. Oscuro olor a manglar que a veces trae el viento. Olor a cangrejos muertos y todavía crudos, almizclado y resinoso. Olor del pasto a mediodía bajo el estático martillo del sol. Olor del humo que viene de la cocina, mezclado con el olor del café. Olor de las fritura de pescado a mediodía , frituras de plátano, vapores pesados del coco en el arroz. Olor de las cremas bronceadoras, aceites humectantes que protegen y embellecen todavía más la bella piel de Elena. Olor de su cabello recién lavado, champú de hiervas, siete. Antípoda olor en la letrina, donde zumban moscardones en el calor y se asoman lagartijas entre los intersticios del bahareque. Olor permanente e inerradicable del polvo en las tablas de la casa. Olor ahora nuevo de los libros cuando se les abre -empezando a hincharse por la humedad del aire, deteriorados por el constante aliento del mar y por la creciente falta de uso-, como de margaritas marchitándose en un desván húmedo y caliente. Y ahora también nuevo, el olor de madera recién cortada, mezclado con el vaho de gasolina, la gasolina que esteriliza, quema, ahuyenta la vida"
Primero estaba el mar - Tomás González

Arrancando este nuevo año con el firme propósito de ir evacuando las lecturas pendientes, comencé a leer esta novela de Tomás González y la terminé casi de un tirón el primer día del año. Es una novela que te va atrapando, como la selva y el mar atrapan al protagonista.

El espíritu colono de los antioqueños, o la necesidad de paz en un momento turbulento de la vida, o el deseo de disfrutar la naturaleza y el mar, o de huir de los ojos inquisidores de la familia y la sociedad, o todas las anteriores, llevan a los protagonistas de esta novela al paraje inhóspito y bello que une la selva con el mar en la región del Urabá.

Esta historia novelada, sobre un familiar del autor, nos transporta al universo mismo donde transcurren los sucesos, a vivir las angustias, las expectativas, los temores, los deseos y las satisfacciones que se entremezclan en esta suerte de aventura en la que se embarcan J. y Elena, los protagonistas. 

Con un bello lenguaje, acertado y profundo, Tomás González logra enganchar al lector, impregnarlo del salitre, del sudor, el olor a coco y la humedad que enmarcan y dan color a muchas de las situaciones que se entretejen y van sucediéndose unas tras otras, como la cadena pesada de un ancla que va cayendo al mar sin que ninguna fuerza pueda resistir o evitar su inminente choque.

Los límites entre la esperanza y la desesperación, entre el respeto y el abuso, entre la moral y el instinto, entre el principio y el final, son transgredidos, son puestos en evidencia, desmitificados en esta narración, que siendo la primera novela que el autor publicó por allá en el año 83, mientras trabajaba en un bar bogotano, dejaba ver ya su habilidad en el manejo del lenguaje y las sensaciones, del detalle sin exageraciones.

Algunos pequeños detalles de edición, tal vez continúan allí como un recuerdo cariñoso de aquella sencilla primera edición de 1983.

"Primero estaba el mar. Todo estaba oscuro.
No había sol, ni luna, ni gente, ni animales, ni plantas.
El mar estaba en todas partes.
El mar era la madre.
La madre no era gente, ni nada, ni cosa alguna.
Ella era el espíritu de lo que iba a venir y ella
era pensamiento y memoria."


Primero estaba el mar
Autor: Tomás González
Editorial: Punto de lectura
Formato: tapa blanda
Páginas: 204